RUMANÍA ESCONDE LA PELOTA Y ANULA LA VELOCIDAD ESPAÑOLA

Foto: Héctor (Photoscrum)

Salía el XV del León al campo con un Las Mestas entregado y lleno con una afición de 10. La lluvia de los himnos hacía presagiar los malos augurios de quienes habían criticado la elección de Asturias para jugar ante Rumanía. Pero el agua paró y el campo drenaba magníficamente así que a jugar. Por desgracia Rumanía no estaba allí de paseo y sin ofrecer nada raro superó a España en todas las fases del partido. Sabían a lo que tenían que jugar y lo hicieron perfecto, esconder la pelota, atacar cerca de los agrupamientos y ganar la línea de la ventaja. Con eso y los golpes a palos de Vlaicu, los de los Cárpatos se llevaron una clarísima victoria incluso anotando un ensayo menos que España.

Arrancó el encuentro con la intención de tener balón de los Leones. Incluso, en el segundo minuto, Corey Simpson tuvo un golpe a palos por corbata a Feijoó, falló y se acabó España. Comenzaba el recital rumano de ganar líneas de ventaja con tres rivales colgados. Cuando no paras de defender cometes más golpes (Bevin dixit) y Vlaicu sacó su fusil. Nueve puntos en 17 minutos a base de atacar cerca de los rucks. Un buen golpe de Simpson, que hizo contener la respiración a los aficionados después de lo fallado, acortó distancias hasta el 3-9 (min 19).

España parecía estar tocada pero viva hasta que el zaguero Fercu le dio el tiro de gracia. Balón fuera de la 22 slalom entre la cortina defensiva española, cuatro errores de placaje, y ensayo bajo los palos que obviamente Vlaicu anotó (3-16).

Quince para el final de la primera mitad y los Robles que seguían a lo suyo. Se les había lesionado un ala he hicieron encaje de bolillos al sacar a un centro pasar a Dorin (que había empezado de apertura) a un lado para que dirigiese Vlaicu y jugaban mejor que antes. En estas un nuevo golpe contra España y Vlaicu mira a la banda para preguntar si tiran a palos o juegan, como si el partido estuviese ganado. Su técnico no duda y le dice que a los palos. 3-19, diez minutos sin más historia y al descanso.

En el receso la grada se miraba cariacontecida esperando el saco de puntos rumano. Máxime cuando se puso a llover de nuevo como si alguien hubiese abierto la ducha que baña Gijón. Arrancaba la segunda la segunda parte sin que España hubiese estado en campo contrario y casi ni hubiera tocado el balón. Entonces el saque cayó en las manos de Perico, el hombre de las zapatillas voladoras, que se metió desde su 22 hasta la contraria a base de contrapié y velocidad, hasta que Macovei estuvo a punto de sacarle la cabeza del cuerpo. Amarilla y golpe para España que inexplicablemente falla Simpson.

Afortunadamente la acción del pucelano levantó a los Leones que se fueron arriba. Rolls taponó, y agarró una patada, para asistir a Pardo que ensayó en la esquina y esta Simpson si la metió por tanto 10-19 y todo por jugar en 34 minutos.

Los delanteros rumanos se juntaron bajo palos y dijeron basta. Habían escondido el balón toda la primera mitad y en la segunda para dos veces que lo enseñaron casi les remontan el partido. Otra vez a atacar cerca del ruck y a ganar líneas de ventaja. Vlaicu anotaba otros dos golpes de castigo ante una España incapaz de ganar balones en los agrupamientos, que iba para atrás en las melés y que de las touches mejor no hablar.

Pasaban los minutos y España no era capaz de dar respuesta al juego tosco, espartano y sencillo de Rumanía que además con el día que hacía en Gijón era tremendamente efectivo. Tanto es así que en el último error de los Robles la agarró la línea española y trenzó una jugada que acabó en ensayo de Sempere, la patada se fue al limbo, y la cosa estaba en 15-25 el problema es que quedaba una jugada y ni por esas España se pudo ir para arriba a intentar sacar un golpe de castigo que le diese el bonus.

Los Leones están ahora últimos de la ENC, tienen margen de recuperación, incluso para la tercera plaza pero el tiempo se agota y si en marzo no son capaces de la machada habrá que pensar en la permanencia. El proyecto de Bevin está muy tocado pero no hundido, confianza y trabajo son las únicas armas que le quedan.